Tenía 12 años y muchas ganas de
ver esta película. El trailer me parecía asombroso con esa niña de trenzas
atravesando una puerta escondida, por la que luego asoma su mano y nos llama
con un dedo. Yo quería ir al Jardín Secreto, realmente lo deseaba y nadie lo
sabía mejor que mi hermana Paula, por eso me llevó a verla al Cine Arte de Viña
del Mar, que en esos años, era el último cine al que llegaban las películas antes de
desaparecer de cartelera.
Si echo la memoria atrás, aún
recuerdo la cálida sensación que me produjo escuchar la voz de Mary por primera
vez: “Mi nombre es Mary Lenox” decía en su primera frase, acompañada por las
escenas que la muestran en los parajes áridos de la india, con esa fotografía
en colores anaranjados. Una maravilla.
Amé a Mary Lenox de inmediato,
porque era solitaria y distinta, tal y como yo me sentía en aquel tiempo, me
enamoré del frío páramo, de su boina roja y su cuerda para saltar, imaginaba
como sería su romance con Dickon cuando estuviesen grandes y lo magnifico que
se vería Colin alto y delgado haciendo magia en el jardín secreto junto a su
fogata.
Hace unos meses mi hermana me
regaló la versión completa del libro. Por lo general, es fácil de encontrar la
versión resumida que cuenta con unas 100 hojas, apropiadas para el público
infantil actual. El clásico alcanza las 419 hojas en su versión de bolsillo.
En esencia, la historia es la
misma. Una diferencia importantes es que los padres de Mary en la película
mueren en un terremoto y en el libro mueren de cólera, lo que permite describir
con mayor precisión el abandono en el que queda nuestra pequeña protagonista, a
la que olvidan por semanas y rescatan por casualidad, lo que nos deja claro que
Mary no era importante para nadie.
Una vez llegada a Inglaterra se
encuentra en este inmenso castillo, donde parece estar igual de abandonada que
la India, hasta que conoce a Marta, la doncella encargada de llevarle la
comida, con quien entabla la primera relación humana real que ha tenido en su
vida. En el libro Marta le habla en detalle de su familia, de hecho sabemos en
detalle de su madre y todos sus hermanos, entre los que se encuentra Dickon, el
niño encantador que ese hace amigo de Mary y le ayuda a revivir el jardín.
En el libro nos describen en
detalle el crecimiento del jardín, eso aburre un poco, por lo que el libro es
ideal para antes de dormir. Con la magia del cine bastaron algunas imágenes con
la música apropiada para darnos a entender la magnificencia del lugar.
Un detalle que me gustó mucho del
libro es el largo discurso de Colin, primo de Mary, sobre la magia, porque se
parece mucho a lo que los gurús de la autoayuda proclaman en sus discursos y
considerando que el libro data de 1911, me parece muy llamativo, la idea de
Colin es que si todos desean algo mucha fuerza y pensando que aquello es
posible, se volverá realidad, algo así como “Si lo crees, lo creas”
Los actores fueron muy bien
elegidos, cada uno rescata la verdadera esencia de su personaje, a excepción
del ama de llaves, que en la película es una mujer desagradable y en el libro
es sólo seria y distante. En el libro tiene mucho protagonismo la madre de
Marta y Dickon, que a penas se menciona en la película, aún así la narración no
pierde nada sin ella.
Sin olvidar que la verdadera
historia es la del libro, tengo que decir que no lo leería miles de veces como
lo hice con “El león, la bruja y el ropero”, mas si la tuviera en mi poder,
vería cada vez que pudiera la historia de cómo la pequeña Mary Lenox, rescató
un jardín olvidado y ayudó a sanar a su primo enfermo de rabias y penas, mientras
juntos entendían que la vida deviene tan suave y natural como el cambio de las
estaciones en la naturaleza.
1 comment:
Gracias me gusto tu reseña
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