Sunday, June 30, 2024

DE REGRESO AL ORIGEN

 Han pasado 9 años desde mi última entrada. Ahora entiendo eso de que el tiempo es relativo: Se que las circunstancias y las experiencias me han enriquecido como persona, pero no puedo creer que me haya tardado tanto tiempo en este reencuentro.

Dejé de escribir porque lo hacia por las razones equivocadas. Escribía para gustar, para que me reconocieran, para trascender, para no ser olvidada. Escribía porque quería conectar, sin saber que la única forma de conectar con otro es conectar primero con uno mismo. Cuando conecté conmigo, no me gustó, había algo dañado en mí que no me permitía sentirme a gusto en esta piel que habito. 

Soy psicóloga. El trabajo personal es parte de la profesión, y vagué por diversos caminos de encuentro y sanación, veía a mis colegas y no me parecía a ellos, llenos de estudios, cursos, profundizaciones y seriedad. Veía mi trabajo y no sentía que fuese suficientemente buena, a pesar que mi consulta estaba siempre llena y mis pacientes recomiendan mi trabajo. 

Soy Terapeuta Floral. Partí con las flores de Bach, seguí con Buch y FES. Me gusta ser terapeuta floral porque los preparados funcionan, las he visto funcionar en niños que no saben lo que toman y también las he tomado. Mi problema es que no sé como hacen para funcionar y los colegas psicólogos (siempre serios) se burlan de la terapia floral y no ayuda que el mundo se llenó de quienes hacen un curso de 6 meses y se sienten expertos en las profundidades del alma humana.

Soy mamá. Eso es muy importante, porque nada me ha hecho sentir más vulnerable y fuerte, más decidida y confundida, más inmensamente poderosa y más absolutamente humilde, más acompañada e infinitamente sola. Los últimos 4 años han sido una locura, siento que envejecí hasta verme de la edad que tengo, mientras intentaba aunar a la psicóloga (intentando ser seria) a la terapeuta floral (intentando ser espiritual) con la madre que intentaba sobrevivir y tomarse un café caliente. Mi hijo es Autista, lo que nos lleva a la siguiente sorpresa.

Soy Autista. No soy rara, ni buena, ni enojona, ni despistada, ni inocente, soy Autista y me gusta ser Autista tanto como me gusta ser zurda y bajita, me gusta porque es lo que soy, porque es lo que siempre he sido. No quiero ser activista por los derechos de mi comunidad, pero quiero que la sociedad deje de mirarnos con recelo, con lastima o con una mezcla de ambas emociones, no por mí, a mi me chinga lo que piensen, me importa por mi hijo, porque quiero que el este orgullo de ser quien es.

Con todos estos aspectos dando vueltas como entidades separadas a mi alrededor, puse todo mi empeño en que no se perjudicaran mutuamente y darle a cada cual la importancia que se merecían en mí vida. Lo hacía porque seguía pensando en lo que los otros querían y esperaban: “¿Cómo puedes ser psicóloga si eres Autista?” “La terapia floral es un placebo sin evidencias” “¿Qué corriente teórica sigues en tu práctica clínica?” “Tu hijo no es autista, es malcriado” “Tienes que ganar dinero, criar a un ser humano decente, mantener el orden de la casa y verte bella”

Aguanté varios años en esta carrera por servir a todas mis pasiones sin que se afectaran las unas a las otras y todos estuvieran satisfechos con la porción de mí que esperaban ver. Y un día me agoté. No me interesó atender pacientes nuevos, deje mi práctica de terapia floral y mi hijo me veía enojada y al rato llorando, me sentía atrapada en una vida que me gustaba y sin ninguna salida posible porque ya no quería hacer nada mas que sobrevivir hasta el siguiente día.

Así llegué hasta acá, a tropezones y dividida, en busca de mi origen, porque siento que del único lugar donde puede venir la verdad es el interior y cuando me despojé de todas las caretas, ahí estaba sentada yo, escribiendo.