Monday, March 19, 2012

:::Time it's a Bitch:::




Estoy enojada. Creo que la organización que le hemos dado al paso del tiempo está mal establecida, creo que el tiempo no alcanza para nada y creo que eso de que la vida se pasa en un suspiro es irremediablemente cierto.

Mi mejor amiga de la vida esta de cumpleaños hoy, el sábado me pasé el día y la noche con ella y nuestro grupo de amigos de la vida, celebrando el placer de conocernos desde siempre y continuar teniendo mil cosas que contarnos y millones de motivos para reirnos.

Estando ahí me pareció que fue ayer cuando nos sentábamos en una escalera en la calle a arreglar el mundo la tarde completa, cuando tomábamos leche en lugar de café, cuando ella me pedía que le contara cuentos antes de dormirse y yo le pedía tres palabras que no pudieran faltar en él.

Si hace tan poco tiempo, nos íbamos a jugar pool después de la escuela y "el tío Jony", un malandra de aquellos que nos trataba como hijas, nos enseñaba las mejores jugadas en la mesa favorita de su local. También recuerdo aquella vez en que nos dió por rayar paredes y dejamos nuestra marca de poesías por todas las paredes de la ciudad.

Después vino el mal amor y nació su hijo, el niño dorado, que me hechaba de su casa porque le quitaba la atención de su madre. No puedo creer que es el mismo al que a penas vimos el sábado porque estaba celebrando el cumpleaños de uno de sus amigos. Un niño grande, hermoso, perfecto y dorado como el sol.

El maldito paso del tiempo, con sus segundos, minutos y horas, no puede ser la medida precisa para entender el transito por la vida. Contemos los libros que hemos leído, las películas que hemos visto, las lágrimas que hemos derramado, las risas que hemos compartido, las veces que hemos amado, los labios que hemos besado, los adioces al partir y las fiestas al regresar.

Hoy decido dejar de correr y de cumplir, porque no recuerdo cuantos trabajos tuve que entregar en 4º medio para el colegio, ni las notas que me saqué en ellos, pero recuerdo con absoluta claridad el día en que mi amiga regresó de su viaje a Europa y me esperó en la puerta del colegio, recuerdo su imagen de pie, recuerdo que solté mi bolso rojo de jeans, recuerdo que corrí a todo lo que las piernas me daban y recuerdo el abrazo grande y apretado que nos dimos.


De eso está hecha la vida para mí, a los 15 o a los 50 años, al medio día o a la media noche. Mi vida no está hecha de tiempo, por lo tanto, medirla de esa forma sería absurdo e impreciso.

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