Sunday, May 28, 2006

:::Me sorprendo día a día:::


Una de las cosas que más me llama la atención del lugar donde trabajo es poder conocer a las personas tras el uniforme verde. Al principio estaba muy nerviosa, es de frentón extraño trabajar rodeada de hombres que cargan en su cintura un revolver y una luma (un cilindro negro de fierro) y que, si te volteas a hablarles de repente, te los encuentras con la vista clavada en tu trasero.
El primer temor que debí vencer fue el de sentirme "sexualmente acosada" todo el rato... la verdad es que andar sintiéndome bonita por la vida no es lo mío, cuando alguien gusta de mí yo considero que es por que mi simpatía, ternura e inteligencia, logró lo que mi apariencia física no (atraerlo), pero estándo en ese lugar, me dí cuenta que, al parecer, me encuentran bonita y tuve que aguantar todo el primer mes que me miraran como un "trozo de carne", hasta que tuvimos la oportunidad de conversar y las cosas cambiaron....un poco.
El segundo obstáculo, que todavía no supero del todo, pero al menos en gran parte, es que, como soy joven, mujer y (según ellos) bonita, lo que yo hago profesionalmente no es muy importante, soy considerada parte de un "ramillete" (la otra parte es mi compañera)... Esto de ser una delicada flor, nos ha ayudado a mejorar la calidad de nuestra oficina, ya que desde nuestra llegada nos han puesto, escritorio, alfombra y pizarra.... pero que algunos de ellos cachen que no estamos ahí para jugar o para ser lindas, he costado TREMENDO esfuerzo, pero los que ya entienden, aunque sea un poco, que es lo que hago ahí se han ganado mi cariño.
Ya que toqué el tema del cariño, es muy importante para mí darme cuenta que ellos lo necesitan, de que la mayor parte son MUY jóvenes y estan solos porque sus familias quedaron en otras regiones, sin que se den cuenta, cada vez que uno de ellos llega a la oficina a conversar termina contando la historia de su vida, nos dicen como son sus papás, cuantos hermanos tienen, por que escogió esta profesión, donde vive, que hace cuando no trabaja y, algunos, nos cuentan sus problemas amorosos. Yo recuerdo todo lo que me dicen (tengo buena memoria) y de vez en cuando les pregunto o los sorprendo recordando el nombre de sus madres, su ciudad de origen o la cantidad de hermanos que tienen, para que vean que les puse atención.
Me llama la atención su soledad, tan real y tan concreta, porque no hay nadie con ellos que los quiera, y sus tristezas no se las pueden compartir a los compañeros con la misma libertad (sería de cobardes, me imagino yo); me llama la atención que ellos se cuiden solos, que laven y planchen su ropa, que cosinen, que se atiendan solos cuando están enfermos, que le guarden un plato de comida al compañero que ha estado trabajando todo el día, porque conozco hombres de su misma edad que no lo hacen; Me gusta escucharlos reirse y cantar música alegre cuando hay cambio de guardia, porque se nota que son jóvenes; Me encanta cuando los solteros hablan de sus mamás y los casados de sus señoras, como si fueran seres maravillosos salidos de otro plano existencial.
En este tiempo he aprendido que esos hombres son, en su mayoría, VALIENTES, no porque porten armas, si no porque son capaces de mantenerse en pie, aún cuando les toca estar presente en la mayoría de las noticias que nos horrorizan en la tele (crímenes, asaltos, choques, suicidios, etc) y, pese a eso, o quizás por eso, siguen guardando una sonrisa para cuando el momento se los permite.
rominita chii.

2 comments:

playera said...

Hola!
me he enganchado a tu blog :D. Queria comentar que lo que expones en tu relato es muy cierto. A veces solo es porque somos la novedad, y solo hay que esperar un poquito, como me ocurrió a mí.
Bueno, mi caso es diferente, me ocurrió en mi barrio. Vine a vivir con mi novio al barrio donde me crié. Y como me conocen desde que era una pitufa pues me convertí en la novedad. Y así hasta que pase el revuelo.
No me miran como un trozo de carne pero sí con curiosidad. Al principio me sentía muy incómoda y casi cojo antipatía al barrio. Después los he ido comprendiendo y aceptando. Ahora parece que los que me aceptan son ellos a mí.
Creo que mi cambio de actitud también ayudó.
saludos

rominita said...

Concuerdo contigo, cuando llega alguien novedoso a algún lugar llama inmediatamente la atención, como si quebrara la calma del lugar... Me imagino que es como en los cuentos o en las películas, donde todo es tranquilo, común y corriente, hasta que sucede algo que rompe la inercia y todos están pendientes de eso, hasta que se hace cotideano y se acepta.
Nos estamos leyendo.