Wednesday, August 20, 2008

::::Para toda la vida::::


Me he estado acordando harto de mis abuelitos estos últimos días, generalmente me acuerdo de cosas de uno o del otro, pero estos días he estado repasando la historia de su amor, que es de lo más romántico que he escuchado.
Mi tata era marino y se la pasaba navegando de un extremo al otro del país, viviendo una cantidad de aventuras realmente dignas de ser contandas. En uno de esos viajes, cuando contaba 24 años llegó a Tocopilla (Ciudad del Norte de Chile) y con sus compañeros fueron a buscar un lugar donde comer.
Mi abuelita nació en la Mina Despreciada, un pueblito pequeño y actualmente olvidado en el Norte de Chile, vivió ahí hasta que su mamá se ganó la loteria, se compró una casa en el centro de Tocopilla y puso un restaurante.
Mi abuelita tenía 13 años el día en que tuvo una gran pelea con la pareja de su hermano mayor, quien la culpaba de aún no poder casarse con su hermano, porque tenían que cuidarla a ella, fue una de esas peleas monumentales, y terminó con la célebre frase de mi abuelita:
- ¡Si te molesto tanto me voy a casar con el primer hombre que entre por esa puerta!
Entonces por la puerta entró mi tata con sus compañeros a almorzar en el restaurante. Mi abuelita tenía largos cabellos rubios y una determinación abrumadora y escandalosa (algo de eso heredé yo), así que atendió a los marinos con prestancia y amabilidad, agradeciendo que el primero que entró por la puerta era el de cuidado bigote y hermosos ojos verdes. Más veces entraron los marinos a almorzar al restaurante donde los atendía tan bien la belleza rubia, que parecía sacada de una película de cine y todas las veces mi abuelita hacía sus mejores esfuerzos para llamar la atención del marino de ojos verdes.
Llegó el día en que los marinos tenían que partir y ante la posibilidad de no verla nunca más, mi Tata fue solo al restaurante y armado de valor le dijo:
- Estercita, yo vivo en Limache que queda para el Sur, si usted quiere venirse conmigo esta es mi dirección, la voy a estar esperando allá, pregunté por José Salgado.
A mi abuelita le vibró el alma y aferrada a esas últimas palabras, tomó la determinación de que ese hombre sería su marido, cogió una maleta con su ropa y se fugó de su casa para seguir al marino de ojos verdes. Ella tenía 15 años y el 25 el día de su boda, mismo día en que muchos años después esta señorita que les escribe llegaría al mundo.
Mis abuelitos estuvieron 55 años casados, mi tata partió primero y, desde su muerte, mi abuelita se vistió de riguroso negro, 3 años después el mismo día y mes que murió mi tata, se fue mi abuelita a seguirlo igual que lo hizo el día en que tomó la determinación de ser su esposa.
El secreto de su unión que más me gusta, es el concejo que siempre nos daba mi tata a mi hermana y a mí:

"Si un hombre no les pide matrimonio de rodillas NO se casen, porque un hombre que no es capaz de ponerse a los pies de su mujer, tan siquiera una vez en la vida, no sirve para marido"

2 comments:

Silvia said...

Ay Romi!! que historia de amor tan bella la de tus abuelitos! Asi si creo en el amor eterno, voy a estar suspirando toda la semana!

Cariños

Silvia.

esteban lob said...

Historia de película, Rominita.

Yo creo que en nuestros tiempos ya no suceden.

Cariños.