Sunday, May 27, 2007

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Abrió la puerta y sintió de golpe el aire helado de la mañana en su cara, llevaba puesto su pijama más grueso y la bata rosa que le había comprado su mamá cuando empezó el invierno, pero aún así sentía frío y cómo no sentirlo, si se había incorporado a penas abrió los ojos, algo era diferente y la única forma de comprobar sus dudas era alejarse del calor de su cama e iniciar una travesía por el largo pasillo hasta el baño.
Hacía un par de días había comenzado a sentir algo diferente, le habían dicho que a su edad esas cosas sucedían, que era algo importante, porque significaba que estaba creciendo y cuando las personas crecen tienen que entregar una ofrenda a la vida, deshacerse de algo para poder tener cosas nuevas. Ella no entendió muy bien que le habían querido decir, pero supuso que era como cuando iba con su mamá y su hermana a dejar la ropa que les había quedado pequeña a la iglesia y luego de eso, les compraban ropa nueva. Una vez ella no había querido dejar sus zapatos rojos, porque eran sus zapatos muy favoritos, pero su mamá le había dicho que , algunas veces, las cosas que más nos gustan nos quedan pequeñas y teníamos que dejarlas partir y ser el tesoro de otra persona, antes de que fuera tarde y ya no le sirviera a nadie más.
Tomó el banquillo que su mamá había dejado en el baño para que ella alcanzara el espejo, el corazón le latía desbocado en el pecho y apretaba algo dentro de su mano, con tanta fuerza que las puntas de sus deditos estaban blancos. Levantó la cabeza y se miró en el espejo, tuvo miedo, pero su mamá le había dicho que la mayoría de las cosas que nos dan miedo, dejan de importar una vez que las enfrentamos, entonces reunió valor y sonrió delante del espejo, sus ojos se abrieron inmensos, bajó la mirada hacia su mano y luego, nuevamente miró al espejo.
En su boca había un espacio vacío y en su mano una piedra blanca con manchas rojas, lo viejo había dado paso a lo nuevo para que ella pudiera crecer: Se le había caído su primer diente de leche.

6 comments:

Silvia said...

Romi: Hola! Me encontre con tu relato justo cuando lo necesitaba,eso del que busca encuentra no es un cuento,y aprendi que el tamaño de los miedos disminuye si los enfrentas.
Gracias.

Cariños

Silvia

C said...

qué linda historia Romi!
Besitos
Caro

rominita said...

eeeeeeeeeeeeeeeee!!!!!!!!!
Tengo dos cometarios en mi historia, muchas gracias!!, mis sentimientos de escritora frustrada estaban profundamente heridos por la carencia de audiencia.
gracias!!!!

playera said...

Hola Rominita,
Me encantó. Pienso que cambiar es contínuo y desprenderse de lo que ya no nos sirve es fundamental en la vida, sobretodo cuando hay que desprenderse de hábitos y comportamientos que hasta ahora han funcionado, pero corremos el peligro de estancarnos por miedo a crecer.
Un beso,
Me llegó :)

Hiberion said...

Gente y déspota y soberbia encontramos amenudo lo quimérico en el hallazgo es gente bien intensionada...

Unknown said...

Pues a mi también me ha encantado tu historia. ;-)
Incluso, he visto cierto aire a los relatos de "déjame que te cuente", de los que siempre se puede hacer una reflexión que te enseña algo.

"Su mamá le había dicho que la mayoría de las cosas que nos dan miedo dejan de importarnos una vez que las enfrentamos". Estupenda frase.

Saludos