Entre verdades invisibles y amores regalados

Hace un rato recordé una película de Salma, de esas que hizo hablando un pésimo inglés, tan pésimo como los gringos que conozco hablan en español. No es que no se sepan las palabras, solo es que no las dicen con confianza, es como si nunca estuvieran seguros de lo que están diciendo.

Hay personas que en su propio idioma hablan y suenan de esa misma forma, como si no acabaran de creer la verdad que sale de su boca y, mi estómago entrenado (ojo clínico le llaman mis colegas, pero yo lo tengo en el estómago), detecta que algo no está bien. No importa cuanto me digan cosas que suenan a verdad, a que todo va bien, mi estomago me empieza a avisar que la verdad no es lo que parece.

Cuando era adolescente, una amiga me dijo una frase del Principito, una frase que pasé por alto las mil veces que lo leí, pero cuando me la dijo ella me llegó directo: "La verdad es invisible a los ojos", en eso pensaba cada vez que, en los primeros años de carrera, los profes se empeñaban en enseñarme que tras lo que una persona dice o hace, hay algo más. Yo me decía a mí misma: "Claro que hay algo más, porque la verdad es invisible a los ojos".

Hoy soy una incansable buscadora de la verdad y mi estómago es el mejor de mis radares. También mis sueños me avisan que algo no va bien, pero eso es demaciado "paranormal", tanto que incluso yo misma no les creo.

En la vida hay verdades que uno no quiere saber, por ejemplo, nadie quería saber que Rod Hudson era gay. También hay verdades que es mejor no saber nunca, por ejemplo, saber quien mató a Kenedy, si eso se sabe capaz no es tan interesante como la gente se lo imaginaba.

Y entonces, mientras pienso sobre la verdad, vuelvo a recordar a Salma, en esta misma película ("Un impulsivo y loco amor"), diciendo en su falso y desconfiado inglés una verdad que tal cierta como la del principito: "Love is a gift, not an obligation", esto quiere decir:

"EL AMOR ES UN REGALO, NO UNA OBLIGACION"

Y yo la entendí, el amor es como la verdad, invisible, pero está ahí, siento su precencia en mi estómago ubicado junto a la verdad, porque el amor se vive, se regala, es tan simple, tan bello, tan maravilloso como un regalo, la vida te lo pone delante y tu se lo agradeces cuídandolo y cultivandolo, para que nunca te lo quiten, para que nunca se valla.